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Fotografía: Roger Kingbird / We Animals Media.

vestimenta

La industria de la moda, asociada al glamour, estatus y estilo, es escenario de prácticas crueles y tortuosas contra los animales. Los productos hechos con cuero, piel, plumas y lana arrasan con miles de millones de vidas de vacas, zorros, osos, focas, visones, conejos, patos, avestruces, cocodrilos y ovejas.

El estrés del cautiverio al que se somete muchas veces a estos animales es tal que pueden autolesionarse o incluso comerse a sus crías.

Además, las formas que tiene la industria para matar a los animales por sus pieles o sus cueros son extremadamente crueles: ahorcarlos, degollarlos, asfixiarlos, envenenarlos, colgarlos vivos de ganchos hasta que se desangran, electrocutarlos, asesinarlos a golpes, entre otros.

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Fotografía: Andrew Skowron / We Animals Media.

Pieles

Las principales víctimas de la industria peletera a nivel mundial son los mapaches, visones, zorros, gatos, perros, focas, conejos, chinchillas, serpientes, castores, cocodrilos, lobos y coyotes.

El 85 % de las pieles que se comercializan provienen de animales criados en cautiverio.

Como sucede en la industria del huevo, la cría intensiva para la industria peletera se lleva a cabo en jaulas diminutas de pisos metálicos enrejados. Las jaulas están colocadas una al lado de la otra, lo que permite que los animales puedan verse y reconocerse.

Esto resulta especialmente estresante para los animales solitarios como los visones o para especies con estructuras sociales complejas como los zorros. Dado que la industria prioriza ante todo la preservación de la integridad de la piel, los animales son asesinados por asfixia en cámaras de gas o por electrocución mediante la colocación de electrodos en la boca y el ano.
Muchas veces, los animales todavía están vivos mientras les arrancan la piel.

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Fotografía: Jo-Anne McArthur / Animal Equality / We Animals Media

El otro 15 % de los animales que son sacrificados por sus pieles proviene de la caza, para esto los cazadores usan trampas que capturan a los animales y destrozan sus patas.

Estas trampas no solo atrapan a la ‘especie objetivo’, sino también a otros animales no deseados. Se estima que por cada animal buscado, 10 animales son capturados de forma accesoria: muchos mueren y muchos otros quedan heridos. 

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Fotografía: Alix Livingstone / Farm Transparency Project / We Animals Media

Para confeccionar un solo abrigo de piel, un símbolo histórico de lujo y estatus, se sacrifican de 12 a 15 linces, de 10 a 15 lobos o coyotes, de 15 a 20 zorros, de 60 a 80 visones, de 27 a 30 mapaches, de 10 a 12 castores o de 60 a 100 chinchillas.

 

Hoy existen las pieles sintéticas que son duraderas y visiblemente similares a las pieles animales.  Elegir estas alternativas es una forma efectiva de no seguir respaldando la explotación y el sacrificio de otros seres vivos. Concienticemos el sufrimiento y la tortura de los animales involucrados en la industria de la moda. 

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Fotografía: Andrew Skowron / We Animals Media

Plumas

Se utilizan como relleno de ropa de abrigo y ropa de cama. Las especies más utilizadas para obtener pluma y plumón son los patos y los gansos. Como parte de la industria viven confinados en estrechas jaulas y sufren la primera extracción de plumas entre las 8 y las 10 semanas de vida.

Esta se realiza de dos formas: 1. Se extraen las plumas de los cuerpos que ya han sido sacrificados para la venta de carne o huevos.

2. Se realiza un
desplume vivo, en donde se toma al animal del cuello y se le quitan plumas manualmente o por medio de máquinas. Esta experiencia genera un sufrimiento similar al dolor que se vivencia en la depilación tradicional con cera caliente y se repite cada 6 o 7 semanas hasta que llega el momento de sacrificar al animal, si no ha fallecido antes debido al trauma constante del proceso de desplume. 

Para hacer un edredón,
se necesitan 75 gansos. 

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Fotografía: Havva Zorlu / We Animals Media

Lana

Con el propósito de obtener materiales para sacos, mantas, guantes, medias, suéteres y alfombras, las ovejas han sido seleccionadas genéticamente para desarrollar una piel más arrugada y, en consecuencia, producir una mayor cantidad de lana. Una piel más arrugada también incrementa la sudoración y eleva el riesgo de contraer enfermedades e infecciones.

En Australia, el principal productor de lana del mundo, gracias a estas modificaciones, las ovejas producen una excesiva cantidad de lana alrededor de las nalgas. Esta área, al ensuciarse con orina y heces y gracias al húmedo clima de la región, se vuelve propensa a atraer moscas que desencadenan una enfermedad conocida como miasis. Para prevenirla, se lleva a cabo una
práctica atroz denominada mulesing que implica la mutilación de la piel alrededor de las nalgas y la base de la cola con cuchillas. Esto se realiza sin ningún tipo de anestesia.

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Fotografía: Roger Kingbird / We Animals Media.

El esquilado es el procedimiento a través del cual se afeita a la oveja para extraer su lana. En Argentina, las ovejas se esquilan una vez al año. Llegado este momento, los esquiladores estarán a cargo de afeitar a una velocidad exagerada a una enorme cantidad de animales atemorizados (alrededor de 200 ovejas por hora por esquilador) para maximizar el beneficio en el menor tiempo posible. Esta carrera contra el tiempo deja muchas veces heridas, cortes e incluso amputaciones en las orejas, el pene o las ubres.

Existe un mito muy extendido que afirma que, sin intervención humana, las ovejas tendrían mucha lana en su cuerpo para soportar el cálido verano. Sin embargo, las ovejas regulan la cantidad de tejido de acuerdo con los cambios de temperatura. Esto significa que no necesitan ser esquiladas por ningún humano para soportar el calor.

A los 5 años, aproximadamente, las ovejas de esta industria dejan de ser rentables y son enviadas al matadero.

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Fotografía: Havva Zorlu / We Animals Media

Cuero

En Argentina, la industria del cuero promociona su comercialización como un supuesto subproducto de la producción de carne, alegando que su venta evita el desperdicio de partes no comestibles del animal.

Sin embargo, los hechos revelan que el cuero es un coproducto altamente lucrativo que genera ganancias extraordinarias para los empresarios, prácticamente equiparables a las ganancias derivadas de las exportaciones de carne en el país.


En 2015, la industria del cuero exportó un total de US$ 830.201.743, mientras que la industria cárnica alcanzó los US$ 874.144.000.

Esto implica que la industria de la carne, a diferencia de lo que se cree, superó a la del cuero solo por un margen del 5%, demostrando claramente que el cuero es un enorme negocio en sí mismo.

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Fotografía: Christian Faesecke / We Animals Media

El cuero de la vaca no es el único que se ofrece en el mercado y no todos los animales a los que se les extrae el cuero tienen una carne tan comúnmente consumida como la de la vaca, la oveja o el cerdo.

El cuero de canguro es muy utilizado en marcas prestigiosas de zapatillas y botines deportivos; el de carpincho se utiliza en cintos, botas y billeteras; y el de avestruz se usa para carteras y bolsos de lujo.


Por su cuero, muchos animales son cazados ilegalmente y muchos otros son criados y asesinados para transformarse en un mero bien de consumo.

Ninguna moda justifica la
tortura animal.

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