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Fotografía: Roger Kingbird / We Animals Media.

experimentación

Aunque la práctica de experimentación en animales, muchas veces asociada a la vivisección, se remonta al siglo II, fue en 1938 cuando la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos estableció la obligación de someter medicamentos a pruebas de seguridad con animales antes de lanzarlos al mercado.

Esto sucedió luego de que un laboratorio comercializara un medicamento con un componente de probada toxicidad, un acto de clara irresponsabilidad empresarial.

El mundo de la cosmética también fue obligado a testear sus productos en animales después de un incidente trágico: una empresa usó una anilina para teñir cuero, tóxica para los humanos, en una proporción criminal en una máscara de pestañas. Como resultado, más de una docena de mujeres quedaron ciegas y una perdió la vida. 

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Fotografía: Jo-Anne McArthur / We Animals Media

A diario los científicos someten a un inmenso número de animales (ratones, ratas, cobayas, hamsters, perros, gatos, conejos, monos, cerdos, tortugas, caballos, cabras, aves y peces) a una serie de actos atroces: el uso de ácidos que producen ceguera, shocks eléctricos repetitivos, la asfixia, el envenenamiento, las quemaduras, las inyecciones con enfermedades fatales, la disección (división y apertura del cuerpo del animal para su estudio), el congelamiento y la posterior reanimación, la remoción parcial o total de órganos vitales, la privación de comida y agua hasta su muerte, la inducción de adicciones, entre tantos otros.

Aunque en Argentina existe la ley de protección animal que tipifica y prohíbe el maltrato, irónicamente permite la experimentación en animales.

El testeo en animales es continuo porque la introducción de nuevos productos en el mercado es constante. 

Actualmente, los animales son utilizados como objetos en la investigación militar, la biomedicina, las industrias de productos de limpieza y, principalmente, en la cosmética.

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Fotografía: Jo-Anne McArthur / We Animals Media

Como consumidores podemos conseguir productos de excelente calidad sin testeo en animales (los llamados cruelty-free o sin crueldad animal).

A nivel nacional e internacional, los emprendimientos de biocosmética natural, algunos laboratorios locales y otras pequeñas empresas producen productos cruelty-free (y a veces no tienen ingredientes de origen animal).


Como fabricantes podemos elegir otras opciones para testear nuestros productos sin dañar ni usar a los animales (tejidos y células humanas artificiales, cadáveres, simuladores y modelos computacionales).

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Fotografía: Jo-Anne McArthur / We Animals Media

Aunque en Argentina aún no se ha impulsado ninguna iniciativa para promover métodos alternativos al testeo en animales y el tema no parece formar parte de ninguna agenda actual, hacia finales de 2022, Estados Unidos, en un reflejo tardío e insuficiente pero bienvenido, aprobó una ley que termina con la obligación de testear en animales y permite sustituir estos procedimientos por nuevas alternativas.

Si bien esta legislación no prohíbe completamente la experimentación con animales, sí permite a los fabricantes usar otros métodos.

Ningún consumo
justifica la crueldad.

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