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Fotografía: Jo-Anne McArthur / Essere Animali / We Animals Media.

¿POR QUÉ NO
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CARNE?

Los cerdos viven en comunidad, en libertad pueden llegar a tener estructuras sociales complejas. Usan diversos sonidos para comunicarse entre ellos y son empáticos frente a las necesidades de sus pares. Tienen una gran inteligencia, su capacidad intelectual se puede comparar con la de un niño de 3 años. A diferencia de muchos otros animales, pueden desarrollar una memoria a largo plazo realmente sofisticada, reconocerse en el espejo y hasta se los ha visto usar herramientas.

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Fotografía: Jo-Anne McArthur/ We Animals Media.

Vacas, chanchos, gallos, gallinas, peces, ovejas, patos, conejos, gansos, caballos, pulpos: la lista de animales que consumimos los humanos es interminable. Encontramos ingredientes de origen animal (como grasa ovina y bovina, suero, caseína) en gelatina, gomitas, galletitas, caramelos, chicles.

Sin embargo, en este caso nos enfocaremos en las vacas, los cerdos y los pollos porque representan el 88 % de la producción de carne de animales terrestres a nivel mundial, más adelante analizaremos la producción de peces. Entonces, ¿de dónde viene la carne?

Reproducción

En la industria cárnica, las vacas y las cerdas destinadas a la reproducción son sometidas de manera violenta a múltiples inseminaciones artificiales. Así, superan ampliamente su capacidad de concepción natural.

Para producir nuevos terneros, la industria somete brutalmente a las vacas una y otra vez: las inmovilizan, les introducen una varilla por la vagina con el semen del toro y un brazo en el recto para guiar desde el interior la varilla y asegurar que el semen se deposite correctamente en el útero.

A causa de las múltiples inseminaciones, las vacas experimentan problemas de salud como el
prolapso rectal. A las crías hembras se las destina a la producción de leche o carne y corren el mismo destino que sus madres, mientras que a los machos se los cría principalmente para la producción de carne. 

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Fotografía: Andrew Skowron / We Animals Media.

En el caso de las cerdas destinadas a la reproducción, una vez que alcanzan la madurez sexual permanecen 4 años acostadas en jaulas de gestación: pequeños espacios dentro de las granjas en los que están tumbadas junto con sus críos, allí dan a luz y amamantan.

Aproximadamente el 10 % de las crías no sobrevive a la primera semana de vida, entre las causas están el aplastamiento por parte de su madre, enfermedades y el ahogamiento con sus propias heces.

Las madres no pueden hacer nada para ayudarlos porque su posibilidad de movimiento es nula.
Estas vacas y cerdas son criadas para la reproducción y enviadas al matadero cuando se agota su capacidad reproductiva.

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Fotografía:  Jo-Anne McArthur / We Animals Media.

Primera etapa de vida

Desde el momento en que nacen, las vacas, los chanchos y los pollos son sometidos a tratos crueles. Las leyes de bienestar animal de la industria están escritas para mejorar la productividad y no para resguardar la salud y la integridad de los individuos.

A los terneros machos les amputan los cuernos, los castran, les ponen etiquetas en las orejas utilizando clavos y los marcan con hierro caliente en la piel para identificarlos.
Todo esto sin anestesia. A los cerdos bebés les amputan la cola y les extraen los colmillos para evitar que más tarde, bajo el confinamiento y el estrés que experimentan en su corta vida, se maten y coman entre ellos. Todo esto sin anestesia. Al igual que en la industria del huevo, a los pollos les cortan el pico sin ningún tipo de anestesia.

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Fotografía: Andrew Skowron / We Animals Media.

Vida

Elementos y características de la industria de producción y explotación animal:

Confinamiento y falta de ejercicio: el engorde intensivo vacuno es realizado a través de feedlots, un sistema que incluye alimento balanceado de engorde, consumo de antibióticos y que encierra a los animales en corrales diseñados para que se muevan poco y coman mucho.

La práctica estándar incluye corrales donde cada vaca tiene disponible alrededor de 10 metros cuadrados, un espacio mínimo teniendo en cuenta que en su actividad de pastoreo pueden caminar entre 2 y 8 kilómetros por día. En el caso de los pollos, el 90 % llega al matadero con alguna alteración al caminar; por la falta de movilidad y el aumento drástico de peso, muchos no pueden sostener su propio cuerpo. 

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Fotografía: Jo-Anne McArthur / Essere Animali / We Animals Media.

Por su parte, los cerdos luego de ser separados de sus madres también padecen la falta de espacio, estresados muerden los barrotes de sus corrales y muchas veces se lastiman entre sí.

Iluminación artificial: las gallinas ponedoras y los pollos de engorde (animales seleccionados genéticamente y criados específicamente por su carne) son sometidos a aproximadamente 20 horas de luz diarias.

Los cerdos que son criados bajo el sistema intensivo viven encerrados en un circuito de galpones toda su vida, no llegan a ver nunca la luz del sol.

Alimento balanceado y altas dosis de antibióticos preventivos: estos son dos componentes centrales para lograr un engorde veloz. Este dúo constituye más del 60 % del costo de la producción animal.

Los animales de la industria alimenticia son los principales consumidores de antibióticos del planeta.

A su vez, los antibióticos son eliminados a través de las heces y terminan en las napas de agua que tomamos animales humanos, no humanos y plantas. Estas altas dosis de antibióticos en los animales y en los humanos genera acostumbramiento y facilita la aparición de superbacterias resistentes a los antibióticos, dejándonos expuestos a múltiples enfermedades como la Escherichia coli, la salmonella, la neumonía la o tuberculosis. 

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Fotografía: Molly Condit / Sinergia Animal / We Animals Media.

Muerte

Muchos de los animales que forman parte de esta cadena de producción no solo tienen una vida muy dura, son privados del calor materno, crecen en cajas de metal, son alejados de sus crías, escuchan y ven a sus pares morir, sino que también viven mucho menos de lo que vivirían en libertad.

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Los animales esperan de pie aterrados el momento de su muerte, la mayoría son forzados a caminar por sus propios medios hasta el lugar en donde serán sacrificados mientras escuchan los gritos de sus pares y los ven morir.

La matanza tiene distintos formatos:
la electrocución, el perno cautivo, la asfixia en cámaras de gas, el degüelle, el congelamiento, el apuñalamiento… y la lista sigue.

La industria de producción de animales crece minimizando costos y tiempos, y maximizando la producción y las ganancias. La materia prima de esta cadena de producción son seres sintientes que padecen desde su concepción hasta el día de su muerte.


Este sistema se basa en la explotación de sujetos que no pueden hablar ni defenderse y que son sometidos a tratos extremadamente crueles para responder a los tiempos e intereses de la industria.

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Fotografía: Andrew Skowron / We Animals Media.

A lo largo de la historia, los conflictos bélicos se han cobrado la vida de aproximadamente 620 millones de seres humanos. Esa misma cantidad de animales es sacrificada cada tres días, sin incluir a las especies marinas. 

Ningún animal camina voluntariamente hacia su muerte.

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Fotografía: Andrew Skowron / We Animals Media.

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